Legislación: Envases, Embalajes y Medio Ambiente

Madera

Debido al gran impacto ambiental de los residuos de envases y embalajes, por el gran volumen que suponen y por la colmatación de vertederos, la Unión Europea consideró necesario elaborar una Directiva al objeto de reducir en lo posible la generación de los mismos. La citada Directiva ha sido adoptada por los países miembro en forma de Leyes, desarrolladas posteriormente mediante Reglamentos.

En el diseño de los sistemas de embalaje se ha de tener en cuenta, principalmente, la siguiente legislación y reglamentación medioambiental:

Ley 10/1998, de residuos, con sus correspondientes reglamentos, desarrollados en:

  • RD 833/1988, reglamento para la ejecución de la Ley 20/1986 básica de residuos tóxicos y peligrosos.
  • RD 952/1977, el cual modifica el reglamento para la Ley 20/1986 básica de residuos tóxicos y peligrosos aprobada mediante RD 833/1988.
  • Ley 11/1977 de envases y residuos de envases, con sus correspondientes reglamentos, desarrollados en RD 782/1998, para el desarrollo y la ejecución de la Ley 11/1997.

La legislación citada adopta como principio básico la prevención y minimización de los residuos de envases y embalajes.

Esta minimización se consigue previniendo la generación de residuos desde la etapa de diseño del sistema de embalaje, así como el reciclado y la reutilización de los residuos que no se pueden prevenir en el origen.

Por otra parte, las empresas productoras de residuos peligrosos están obligadas desde el 6 de julio de 2001 a elaborar un Estudio o Plan de Minimización de residuos peligrosos (Real Decreto 952/1997). Este estudio deberá entregarse a la Administración medioambiental competente de cada Comunidad Autónoma con una periodicidad de cuatro años. En su contenido deberá explicitarse un claro compromiso en la reducción de residuos peligrosos, siempre en la medida de sus posibilidades técnicas y económicas.

Gestión de Envases, Embalajes y sus Residuos

Los envases y embalajes forman parte de nuestra cultura actual, asimilándose al grado de desarrollo de un país o región. El consumo de envases y embalajes en Estados Unidos es de 250 kg/año por habitante, mientras en países en vías de desarrollo el consumo está en 10 kg. En Europa el consumo medio es de 120 kg/año y habitante.

Con la globalización de la economía, los centros de producción se alejan de los centros de consumo final con lo que se debe prever de un sistema logístico o distribución adecuado para cada tipología de producto. Por esto la estandarización de los distintos elementos que constituyen un sistema de embalaje, se hace cada vez más necesaria intentando optimizar el transporte, racionalizando el consumo de materias primas y reduciendo la cantidad de residuos que se están generando. La normalización o estandarización ayuda a minimizar la producción de residuos y facilita su gestión de los envases y embalajes y sus residuos.

Modelos de gestión de envases, embalajes y sus residuos

La empresa debe identificar sus embalajes dentro de las siguientes categorías, de acuerdo con la Ley 11/1997:

  • Embalajes domésticos: Aquellos que una vez cumplida su función quedan en posesión de un particular.
  • Embalajes industriales o comerciales: Aquellos que una vez cumplida su función quedan en posesión de una industria o un comercio.

En caso de que los embalajes sean considerados de tipo doméstico, la empresa queda obligada a responsabilizarse de la gestión del residuo generado, teniendo dos opciones para ello:

  • Desarrollar un sistema de Depósito, Devolución y Retorno (DDR): Plantea complejidad logística y algunos inconvenientes. El DDR puede ser válido para determinados productos (envases de bebidas, bombonas de butano, etc., siempre que exista una viabilidad técnica y económica que justifique dicha implantación).
  • Adherirse a un Sistema Integrado de Gestión (SIG), por ejemplo, Ecoembes. Una vez se ha adherido a este Sistema de Gestión, la empresa se desentiende de los residuos generados por los embalajes, debiendo previamente imprimir el logotipo del “Punto Verde” en todos los embalajes puestos en el mercado nacional.

En caso de que los embalajes sean considerados de tipo comercial o industrial, la empresa que pone por primera vez el envase en circulación tiene la obligación de responsabilizarse de los residuos de envase, pudiendo optar por una de las siguientes opciones:

  1. Asociarse de forma voluntaria a un SIG (Ecoembes).
  2. Traspasar a sus clientes (último poseedor) la responsabilidad de la gestión de residuos de embalajes, haciéndolo constar en factura (especificando tanto el carácter comercial o industrial del embalaje como la nueva responsabilidad que implica para el cliente), y por otro lado, notificar el carácter comercial o industrial de los embalajes a las autoridades competentes en materia medioambiental dentro de la Comunidad Autónoma correspondiente, indicando el tipo, número y peso total de los envases y embalajes puestos en el mercado nacional anualmente.

En cualquier caso, independientemente de que los embalajes sean considerados de uno u otro tipo, siempre que se supere las cantidades expresadas en el R.D. 782/1998, deberá elaborar y ejecutar un Plan Empresarial de Prevención de Envases. Ello implica tener que revisar el diseño de los envases y sistemas de embalaje y distribución.

El “Punto Verde”

En España, la gestión de la mayoría de envases y embalajes “domésticos”, así como los “comerciales o industriales” acogidos voluntariamente a un Sistema integrado de Gestión (SIG), la están realizando ECOEMBES y ECOVIDRIO.

ECOEMBALAJES ESPAÑA, S.A. (ECOEMBES) es una sociedad sin ánimo de lucro, cuyo objetivo social es la creación y organización de sistemas que permitan la recogida selectiva y recuperación de residuos de envases y embalajes, para su posterior tratamiento y valorización, en cumplimiento de las normas legislativas estatales y autonómicas que transpongan, implementen y/o desarrollen la Directiva Europea 62/1994, sobre envases y residuos de envases.

Las empresas adheridas al SIG de ECOEMBALAJES S.A., identifican sus envases con el símbolo “Punto Verde” (art. 7.3 de la Ley 11/97), propiedad de dicha Sociedad para todo el territorio español.

Estas empresas pagan una cantidad por cada envase identificado con el “Punto Verde” puesto por primera vez en circulación en el mercado nacional. Ello permite la financiación de ECOEMBES y su SIG, y por tanto permite la consecución de los objetivos de reducción, reciclaje y valorización previstos en la Ley.

Planes Empresariales de Prevención de Envases y Residuos de Envases (PEP)

El reglamento 782/1998, desarrolla algunos aspectos de la Ley 11/1997 de envases y residuos de envases, como los Planes Empresariales de Prevención (PEP). Los PEP son una herramienta de gestión empresarial, para prevenir y controlar la generación de residuos de envases y embalajes. Las empresas deben comunicar a la Administración los logros obtenidos periódicamente mediante dichos Planes.

Como se puede observar en un análisis sencillo, un PEP implica un compromiso medioambiental de todos los Departamentos de la empresa.

¿Quién está obligado a realizar un PEP?

Están obligados a elaborar un Plan Empresarial de Prevención, los envasadores y aquellos agentes económicos que, a lo largo de un año natural, pongan en el mercado nacional una cantidad de producto envasado y, en su caso, de envases industriales o comerciales o domésticos, que sea susceptible de generar residuos de envases en cuantía superior a las siguientes cantidades que periódicamente se fijan.

¿Quién elabora los PEP?

Los Planes Empresariales de Prevención podrán elaborarse por los Sistemas Integrados de Gestión de residuos de envases y envases usados, a través de los cuales los envasadores pongan sus productos envasados en el mercado.

Las empresas a título individual pueden elaborar dichos Planes.

Los Planes Empresariales de Prevención tendrán una periodicidad trienal, si bien deberán ser revisados siempre que se produzca un cambio significativo en la producción o en el tipo de envases utilizados. Una vez aprobado el correspondiente plan, antes del día 31 de marzo de cada año habrá que acreditar el grado de cumplimiento de los objetivos previstos para el año natural anterior.

ACV Aplicado a Envases y Embalajes

El análisis de ciclo de vida tiene gran importancia como herramienta de decisión y como base para establecer directrices de actuación tanto a nivel de política/legislación medioambiental respecto a envases y embalajes, como a nivel de empresa.

Metodología del análisis del ciclo de vida (ACV)

El ACV es un proceso objetivo para evaluar las cargas ambientales asociadas a un producto, proceso o actividad identificando y cuantificando tanto el uso de materia y energía como los vertidos de todo tipo al entorno; para determinar el impacto de ese uso de materia y energía y de esas descargas al medio ambiente; y para evaluar y llevar a la práctica oportunidades de realizar mejoras ambientales.

El estudio incluye el ciclo completo del producto, proceso o actividad, teniendo en cuenta las etapas de: extracción y proceso de materias primas: producción, transporte y distribución; uso, reutilización y mantenimiento; reciclado y disposición final.

Esquema metodológico de un ACV

La serie de normas ISO 14.040 estandariza la metodología del análisis de ciclo de vida. El Análisis del Ciclo de Vida se divide en cinco etapas:

Definición de objetivos y ámbito del estudio. Es la primera fase del estudio y probablemente la más importante, puesto que en ella se establecen los cimientos sobre los cuales se construirá el resto del ACV: la definición del propósito del estudio, el alcance del estudio (define el sistema y sus límites conceptuales, geográficos y temporales), el establecimiento de la unidad funcional, la metodología utilizada y el procedimiento para garantizar la calidad de los datos, así como las hipótesis clave y las limitaciones del estudio.

El propósito de la unidad funcional es proporcionar una referencia para la normalización (en el sentido matemático) de las entradas y salidas del sistema, con el fin de asegurar la comparabilidad de los resultados del ACB, debe quedar definida de forma clara y ser mesurable pues a partir de ella se cuantifica la cantidad de producto necesaria para cumplir con la función (flujo de referencia). En ACV’s comparativos, es imprescindible que la unidad funcional sea la misma, aunque resulten lujos de referencia distintos.

El sistema del producto es aquel conjunto de procesos unitarios y subsistemas conectados material y energéticamente que realizan una o más funciones definidas. Se suele representar mediante un diagrama de flujo.

Análisis de Inventario. La etapa de inventario es básicamente un proceso técnico de recogida de datos para cuantificar las entradas y salidas al sistema, generalmente dividido en etapas y éstas a su vez en procesos unitarios (es decir, la energía y materia consumidas, las emisiones al aire, agua y suelo, y los coproductos resultantes durante el ciclo de vida completo de un producto, proceso o actividad). Los datos que se obtienen quedan agrupados en diversas categorías dentro de una tabla de inventario.

Evaluación del Impacto. La fase de evaluación de impacto ambiental es un proceso que pretende identificar y caracterizar los efectos sobre el medio ambiente del objeto de estudio, utilizando los resultados obtenidos durante la fase de inventario.

Los datos procedentes del análisis de inventario son agrupados en diversas categorías en base al impacto sobre el medio al cual pueden contribuir. Posteriormente se realiza la cuantificación causa-efecto y, si es posible, la agregación, del impacto producido por los agentes contaminantes dentro de una categoría de impacto.

Resultados: interpretación del ciclo de vida. Es la última fase del ACV, donde se presentan de manera sintética y trasparente los resultados obtenidos a lo largo del estudio, se explican las limitaciones y se identifican y jerarquizan las opciones para reducir los impactos o las cargas ambientales del sistema. Permite ya generar estrategias de mejora, sobre todo en lo concerniente al diseño y rediseño de productos.

Revisión crítica. Se realiza para asegurar la calidad del estudio y verificar que los datos concuerdan con los objetivos planteados, las interpretaciones reflejan las limitaciones del estudio y el informe es transparente.

Análisis del ciclo de vida aplicado a envases y embalajes

El informe UNE-CR 13910 fue elaborado en respuesta a la exigencia de la Directiva 94/62/CE relativa a los envases y residuos de envases, define y describe el modo de aplicación del análisis de ciclo de vida a los envases y embalajes, destacando aquellas características propias de éstos, mostrando mediante ejemplos didácticos cómo debería el ACV tenerlas en cuenta (especialmente en la definición de la unidad funcional, límites del sistema y asignación de cargas).

Una característica fundamental en un envase y embalaje es su aptitud al uso o su efectividad ante su función a realizar: contener, proteger, manipular, distribuir y presentar mercancías, desde materias primas hasta artículos acabados, y desde el fabricante hasta el usuario final o consumidor.

Cuando se estudian las distintas funciones de un envase o embalaje, se constata la existencia de elementos clave a considerar, para realizar correctamente su análisis de ciclo de vida:

  • La relación con el producto que contiene: establecerá la necesidad o no de considerar el ciclo de vida de dicho producto.
  • La función de facilitar la manipulación y el transporte en la cadena logística, para proteger el producto y facilitar la información: considerar cierres, etiquetas, tintas de impresión, etc.
  • El envase o embalaje es un componente del sistema de distribución por lo que habrá que considerar el sistema de transporte (tipo de vehículo, número de cajas que se pueden apilar, etc).

Así mismo deberán considerarse los envases primarios, secundarios y terciarios, pues sus funciones están relacionadas entre sí, tanto en las dimensiones como en la capacidad de dicho embalaje para proteger el producto. Por ejemplo, un envase primario que proteja poco el producto de choques o caídas, precisará un embalaje secundario con estructura suficiente para proteger al producto, y viceversa.

En este sentido también deben considerarse las pérdidas de producto. Una reducción en el peso del embalaje reduciría su impacto medioambiental, pero si esto da lugar a una mayor pérdida de producto, el resultado global del sistema es que la carga ambiental podría aumentar como consecuencia de dichas pérdidas: se necesita producir mayor cantidad de producto (más energía, agua, materias primas), con su correspondiente envase y además se generan más residuos a gestionar. Por esto es insostenible medioambientalmente mantener reducciones constantes sin criterios técnicos de calidad y aptitud al uso en el peso de los embalajes.

Debido a todos estos factores, el análisis de ciclo de vida de un sistema de envasado requiere una cuidadosa elección de la unidad funcional, así como la correcta aplicación de las reglas de asignación de cargas medioambientales, puntos básicos en todo ACV.

Para un envase o embalaje, aunque puede ser de tipo más general según el objetivo del estudio, la unidad funcional se suele expresar como:

  • Masa de materiales de envase por unidad de volumen, masa o servicio de producto envasado.
  • Unidades de envase necesarias para realizar una función determinada.

Cuando en un proceso se obtiene más de un producto, o subproductos, tanto los flujos de materiales y de energía como las emisiones resultantes, es decir los impactos ambientales, deben ser asignados (distribuyéndose y repartiéndose entre los distintos productos), según unos procedimientos claramente especificados.

En caso de un ACV de envases y embalajes, el producto envasado puede quedar fuera de los límites del sistema, con lo cual hay que realizar una asignación de cargas en el transporte de ambos incluyendo en el ciclo de vida del envase los impactos debidos a sus características específicas (su forma, su peso, su resistencia, requisitos de llenado y si es posible el apilado).

Cuando se producen pérdidas de producto debido a las características del sistema de envasado, deben considerarse los impactos del ciclo de vida del producto para la fracción del mismo que se ha perdido.

En algunos casos es recomendable no separar los sistemas de envasado del producto que contienen, y realizar el ACV conjunto, aunque normalmente no se da esta situación.

El proceso de recogida de datos es largo y costoso, sin embargo, resulta conveniente obtener la mayor cantidad de datos posible del sistema real. En el caso del ciclo de vida de envases y embalajes, las diferencias entre las distancias de distribución y los modelos energéticos de cada país pueden ser causa de importantes variaciones en los resultados del ACV.

Los resultados de un análisis de ciclo de vida son una importante herramienta para la mejora continua de las características medioambientales de un envase o embalaje, así como un factor a considerar para el diseño de un nuevo sistema, ya que al contemplar todas las etapas del ciclo de vida del mismo, se tienen en cuenta los efectos asociados a cualquier modificación desde una perspectiva global, de esta manera se evitará la transferencia de los impactos de una etapa a otra.

Al realizar un ACV comparativo entre varios sistemas de envases o embalajes, éstos deben realizar la misma función, es decir, las mismas propiedades concernientes al consumo y distribución (volumen, seguridad, protección del producto, etc.). Esto generalmente dará lugar a una cantidad diferente de envases o embalajes según el material utilizado para realizar la misma unidad funcional, y por tanto flujos de referencia distintos.

Ecodiseño

El ecodiseño es una estrategia de diseño de productos, de forma que estos generen el mínimo impacto ambiental posible a lo largo de todo su ciclo de vida. La reglamentación vigente, RD 782/1998, propone una serie de recomendaciones útiles a la hora de diseñar un envase y embalaje. Además se deben tener en consideración las diferentes normas españolas que sean de aplicación en este aspecto. La norma UNE 150301 especifica los requisitos del sistema de gestión ambiental del proceso de diseño y desarrollo de un producto.

Los requisitos básicos sobre composición de los envases y sobre la naturaleza de los envases reutilizables y valorizables, incluidos los reciclables se establecen en los anejos 2 y 4 del RD 782/1998 y son los siguientes:

Requisitos específicos sobre fabricación y composición de envases y embalajes

Los envases estarán fabricados de forma tal que su volumen y peso sea el mínimo adecuado para mantener el nivel de seguridad, higiene y aceptación necesario para el producto envasado y el consumidor.

Los envases deberán diseñarse, fabricarse y comercializarse en condiciones que permitan su reutilización o valoración, incluido el reciclado, y que sus repercusiones en el medio ambiente se reduzcan al mínimo cuando se eliminen los residuos de envases o los restos que queden de las actividades de gestión de residuos de envases.

Los envases estarán fabricados de tal forma que la presencia de sustancias nocivas y otras sustancias y materiales peligrosos en el material de envase y en cualquiera de sus componentes haya quedado reducida al mínimo.

Requisitos específicos de los envases y embalajes reutilizables

Estos envases deberán tener unas propiedades y características físicas que permitan efectuar varios circuitos o rotaciones.

Los envases usados deberán ser susceptibles de tratamientos que permitan el cumplimiento de los requisitos de salud y seguridad de los trabajadores y consumidores.

Estos envases deberán fabricarse de forma tal que puedan cumplir los requisitos específicos para los envases valorizables cuando no vuelvan a reutilizarse y pasen a ser residuos de envases.

Requisitos específicos para los envases y embalajes valorizables

Los envases valorizables mediante reciclado de materiales se fabricarán de tal forma que pueda reciclarse un determinado porcentaje en peso de los materiales utilizados en su fabricación.

Los envases valorizables mediante recuperación de energía se fabricarán de tal forma que, una vez convertidos en residuos, tengan un valor calorífico inferior mínimo para permitir optimizar la recuperación de energía.

Los envases reciclables mediante la formación de abono o compost será biodegradables y deberán tener unas características que, una vez convertidos en residuos, les permitan sufrir descomposición física, química, térmica o biológica de modo que la mayor parte del compost final se descomponga en último término de dióxido de carbono, biomasa y agua.

Normas españolas relacionadas con la valorización y reciclado de los envases y embalajes

  • Norma UNE-EN 13430, identifica los criterios a considerar cuando se evalúe la reciclabilidad de un envase o embalaje.
  • Norma UNE-EN 13437, donde se definen los criterios de un proceso de reciclado y describe los principales procesos existentes para el reciclado de materiales y sus interrelaciones.
  • Norma UNE-EN 13504, cuyo objetivo es abordar los criterios para un contenido mínimo de materiales reciclados presentes en los envases y embalajes.